El dolor de mi corazón por la separación de mis padres cuando yo tenia 12 años, tuvo una fijación en la máquina de coser de mi madre, porque a mi no me gustaba ver a mamá todo el tiempo en la máquina de coser. Muchas veces yo me acostaba con el arrullo del sonido de la máquina de coser y me despertaba con la alarma del sonido de la máquina de coser por que mi madre era una Modista de alta costura y ella decidió trabajar en el taller de su casa para sostener su familia.
Forzadamente aprendí a hacer bastas, a desatar costuras, hilvanar y candelillar; el mirar constantemente telas, hilos, tijeras, máquinas y moldes, desarrollaron en mi esa habilidad que jamás quería demostrarla en la casa de mi madre por que yo detestaba ver a mi madre coser tanto. Mi dolor no me permitía ver la alegría que ella tenía al ver a sus clientes felices por su trabajo. Ella era la mujer mas feliz del mundo con su oficio por que había aprendido a coser desde muy niña con la máquina de coser que le regaló su abuelo y conocía estas maquinas como sus juguetes de niña. Cosía cantando, aveces orando y llorando, y la mayoría del tiempo las clientes se pasaban horas y horas riendo y llorando con ella porque era una muy buena consejera y daba muy buenos testimonios de los milagros que Dios había hecho en su vida.
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